Depresión postvacacional: Claves para afrontar la vuelta a la rutina
Acabamos de despedir agosto, el mes que más vinculamos al verano y a las vacaciones, el mes por excelencia para muchos. Por estas fechas no es extraño oír en boca de compañeros de trabajo, amigos… o dicho por nosotros mismos, la recurrente frase: tengo depresión postvacacional. Habitualmente es usada como una mera expresión coloquial para hacer referencia a lo costoso que resulta la vuelta a la rutina y la añoranza de los días de descanso, pero en muchas ocasiones esconde emociones que nos hacen sentir realmente mal. Si nos paramos a explorar lo que realmente sentimos puede ser una mezcla de tristeza, falta de energía o motivación, apatía…
Pese a que el descanso haya sido reparador, hayamos disfrutado de nuevas experiencias y del contacto con familiares y amigos, estos sentimientos pueden colarse una vez que finalizamos las vacaciones y comenzamos de nuevo la rutina. Suele darse con mayor frecuencia cuando la realidad laboral que vivimos no nos gusta: no sentimos motivación por nuestro trabajo, no somos valorados por nuestros superiores, trabajamos durante muchas horas…
Es importante aclarar que el termino depresión postvacacional es mal usado, puesto que no se trata de una depresión. Lo correcto es llamarlo síndrome postvacacional, lo que viene a ser, un conjunto de síntomas entre los que se incluyen la apatía, la tristeza, la ansiedad, el cansancio, la falta de energía… Cada persona lo vive con una intensidad diferente en función de los recursos de los que disponga para readaptarse a la rutina y afrontar la vuelta a su desempeño laboral. Lo más habitual es que en un par de semanas dichos síntomas vayan desapareciendo y se afronte el día a día con normalidad.
Para ayudaros a sobrellevar la vuelta a la rutina os propongo una serie de recomendaciones:
Date un tiempo para pensar qué es lo que está pasando en tu interior: el porqué de esa tristeza, esa ansiedad o esa falta de energía tras la incorporación a la rutina. Lo más probable es que todo esté bien y necesites un periodo de adaptación después de tantos días de desconexión y relax. Si el paso de las semanas no te ayuda a recuperarte de esa sensación interior y sientes que hay algo más, será bueno que te des el tiempo necesario para pensar que es lo que necesitas en este momento de tu vida. Solo así podrás encontrar aquello que te ayude a sentirte mejor en tu desempeño laboral. Si aun así, crees que está durando más de lo que sería esperable para ti, o crees no tener los recursos para afrontarlo, puedes buscar ayuda profesional.
Reincorpórate a la rutina de forma progresiva: En la medida en que tu trabajo te lo permita, trata de ajustar las tareas a tu nivel de energía en cada momento, permitiéndote pequeños descansos o desconexiones (tomando agua, yendo al servicio, saludando o tomando café con un compañero…) que te permitan cargar un poquito las pilas.
Saca un tiempo para dedicarlo a tus aficiones. Es posible que durante las vacaciones hayas dedicado un tiempo a lo que más te gusta. Trata de mantener el habito aunque no pueda ser todos los días o durante tanto tiempo. Invierte aunque sea apenas media hora, a aquello que te hace sentir bien, sabiendo que también habrá tiempo para atender el resto de obligaciones diarias y que cumplir con lo que te hace feliz es igualmente importante.
Muévete: Si eres aficionado al deporte, practícalo, si no, sal a pasear (aunque solo sea media hora), si puede ser por un paraje natural mejor que mejor. Pese al cansancio que puede generar el ejercicio físico, movernos nos llena de vitalidad y nos hace sentir más vivos. Tu cerebro liberará endorfinas y te sentirás bien.
Cuida tu alimentación y tus hábitos de sueño: el verano nos invita a comer más veces fuera de casa, habitualmente alimentos con mayor aporte calórico (snacks, refrescos, helados…) El consumo elevado de azúcar nos aporta una falsa sensación de energía, pues no tardan en desvanecerse sus efectos en nuestro cerebro. Por otro lado, tendemos a trasnochar más y a levantarnos más tarde. Es bueno que vayamos recuperando nuestros hábitos y garanticemos a nuestro cuerpo un descanso reparador que le permita afrontar el día con mayor energía.
Cuídate y se paciente contigo mismo: atraviesas un momento complicado, no te lo pongas más difícil. Sé paciente y date tiempo para aclarar qué es lo que necesitas (si es que necesitas algo diferente a lo que tienes) y para retomar de nuevo tus niveles de energía habituales.
Confío en que sabrás darte todo aquello que necesitas y que es bueno para ti, para que la vuelta a la normalidad sea menos dura. Te deseo una agradable reincorporación a la rutina!