Sufrir una lesión cerebral o padecer una enfermedad neurodegenerativa genera una ruptura enorme en la vida de cualquier persona. A los posibles déficits motores, sensitivos y cognitivos, se le unen las duras secuelas emocionales.
La personalidad, nuestra forma de ser y de relacionarnos socialmente, son producto de nuestro cerebro; resultado de nuestra biología y de nuestro aprendizaje. Por tanto, no sería de extrañar que una lesión cerebral pueda cambiar las características de personalidad previas, el comportamiento o la forma de sentir y relacionarse de la persona, dando lugar a la aparición de apatía, irritabilidad, desinhibición, impulsividad… Dichos cambios se atribuirían a las lesiones orgánicas que se producen a consecuencia del daño cerebral.
Sin embargo, sufrir una lesión cerebral genera una serie de secuelas emocionales que van más allá de una lesión orgánica. La dureza de recibir el diagnóstico de una enfermedad neurodegenerativa o de otro tipo de lesiones cerebrales (tumores, encefalitis…) así como, el hecho de que el daño cerebral sobrevenga con frecuencia de una forma tan abrupta, hacen que dichas experiencias se conviertan en cierta medida, para muchas de las personas que las sufren, en experiencias traumáticas. Suponen un impacto enorme, un antes y un después en sus vidas, que supera los mecanismos de afrontamiento de la persona y que viene acompañado de importantes obstáculos junto a sentimientos de intensa tristeza, rabia, miedo… difíciles de elaborar.
La neuropsicoterapia es el tratamiento indicado para aquellas personas que tras haber sufrido una lesión cerebral, sienten un profundo malestar emocional que les impide asimilar lo ocurrido, aceptar las secuelas derivadas del daño y encontrar un nuevo sentido a su vida.
Cuando una persona sufre una lesión cerebral, pierde parte de su identidad: su forma de ser, sus capacidades físicas, mentales, su funcionalidad, su independencia, las posibilidades de relacionarse y de participar en la sociedad como lo hacía hasta entonces (en la familia, en el trabajo, en el ocio…) cambian o se ven limitadas.
De igual modo que cuando una persona pierde algo muy importante para ella, decimos que ha de hacer un duelo para poder afrontar la perdida; cuando una persona sufre una lesión cerebral, se enfrentará a un escenario parecido y deberá elaborar su propio duelo. Invadida por una mezcla de sentimientos de tristeza, rabia, miedo, frustración… la persona ha de enfrentarse a menudo a un duro y largo proceso rehabilitador lleno de incertidumbres que pasará por diferentes etapas, al mismo tiempo que trata de elaborar la experiencia de perdida, asimilar la nueva situación, reconstruir su vida y su identidad.
Como cualquier proceso de psicoterapia, este ha de adaptarse a las necesidades y particularidades de la persona que acude en busca de ayuda. En el caso de los procesos de psicoterapia con personas que han sufrido algún tipo de lesión cerebral, es necesario tenerlo en cuenta más si cabe, pues a menudo, a consecuencia del daño, estas personas disponen de menos recursos cognitivos y emocionales para hacer frente a la situación que atraviesan. Es posible que la persona:
Todo ello puede obstaculizar un proceso de terapia convencional, de ahí que la neuropsicoterapia genere y haga uso de herramientas y recursos que permitan adaptar la psicoterapia a las personas con lesiones cerebrales, que como el resto de seres humanos también necesitan elaborar aquello que les aflige.
Mi formación en neuropsicología me permite detectar y poder conocer de cerca las dificultades con las que conviven estas personas, así como poner en marcha una serie de recursos que compensen dichas dificultades y faciliten el proceso. El impacto que genera este tipo particular de enfermedades me llevó a formarme en psicoterapia. La Psicoterapia Humanista Integrativa, el enfoque en el cual me he formado, integra diferentes teorías que me aportan valiosas herramientas y recursos para poder acompañar a estas personas y a sus familias en sus emociones.
Entiendo la neuropsicoterapia como un proceso en el que sin perder de vista las limitaciones (físicas, sensoriales, cognitivas…) que la persona presenta, acogiéndolas, adaptándome a ellas y partiendo de la experiencia subjetiva que esta posee acerca de lo que le ocurre, le acompaño:
Personas que padecen alguna enfermedad neurológica como:
Si el daño cerebral ha pasado por tu vida y sientes que puedo ayudarte a afrontar la situación, cuenta conmigo.